La señorita se llamaba Amanda, tenía el pelo largo y recogido en una cola de caballo. Llevaba una mochila pequeña en la espalda. Pasó llorando por el andén izquierdo de la estación del metro, y de las diecisiete personas que cruzó en el camino, doce la escucharon llorar claramente, porque no era un llanto contenido; era un desahogo ... desgarrador.
Querido Baldomero:
Perdóname si no te he escrito antes, pero debo de serte sincero, no he tenido mucho ánimo de tomar el lapicero, ya sabés que escribir con las patas cuesta, aunque hay muchos que han hecho de la escritura de esa manera su forma de vida, se llaman troles y escriben con las “patas” no con el cerebro, pero ese no es el tema …
Se han fijado la vehemencia, la firmeza, la convicción con la que nuestros líderes políticos, económicos, grandes "sabelotodos" pero "ejecutanadas" que abundan en el país, salen en TV y medios diciendo siempre … “Ese problema lo vamos a resolver, a mediano plazo, no sé cuándo pero lo vamos a resolver”.?
Como querés que te quiera si no tenés derecho siquiera a caminar seguro por la acera?
(En las vísperas de su canonización. Óscar Arnulfo Romero y Galdámez; Ciudad Barrios, 1915 - San Salvador, 1980)