Resulta que se han confabulado, varios aspectos, para que los zombies o muertos vivientes, que antes nos mataban de miedo, hoy sean objeto de devoción casi aspiracional.
En nuestro país existe una rara calificación que se utiliza para darnos taco de cierta cualidad excepcional que podríamos llamar la “viveza guanaca”, si realmente el término “guanaco” no se nos viniera en caída tan peyorativa desde hace unos 40 años.
(Para nuestros “queridos y eficientes empleados de Gobierno”, ojo, no todos, pero “varios algunos”.)
Muchos de los mejores mitos comienzan con una premisa simple: en algún lugar, muy lejos, hay una sociedad muy diferente a la nuestra.
En estos días, post descensum consumatum de nuestro querido y jamás candidato a ser abandonado de nuestra preferencia futbolera, Luis Ángel Firpo, se me ha acercado muchísima gente, buena onda … como que se hubiera muerto un pariente algo así …
… poco les ha faltado para decirme “mi más sentido pésame”.
Cuando moría el siglo pasado, exactamente en 1997, tuve conciencia de que los computadores habían llegado para quedarse. Supe también que la nueva tecnología me costaba un mundo (por no decir otra palabra), pero era mi trabajo, así que contraté un informático para que me guiara.