Has quedado en el silencio de mi piel
En la mirada perdida, donde se fue tu rostro;
Mis manos quedaron vacías de ti
Llenas de nada más que recuerdos,
Esos donde eras el dueño de mi placer
Se me ahogan los besos en el tiempo,
La piel aun te reclama en tardes de deseo
En noches de insomnios húmedos,
Donde apareces vibrante dentro de mi
Ya eres recuerdo, ya soy tu olvido
Pero aun así
Solo con recordarte , puedo amarte
Te recuerdo, con tu beso prolongado
Que me robaba el aliento
Que me abrigaba con su pasión,
Que me estremecía, y hacia volar
Entre sus brazos,
Te recuerdo intensamente,
Te ansió en mis sueños vacíos,
Te llevo en el recuerdo de mi piel
Te recuerdo, tanto que a veces
Tiendo a sospechar que un beso mío
Extrañas en algún lejano recuerdo!
Te recuerdo como magia lejana
De un tiempo que pudo llamarse nuestro!
Un día de estos, revisando entre tantos libros de biografía que tengo, y que he releído tantas veces, me encontré con una biografía de Walter Lippman, conocido comunicador y filósofo, donde un párrafo me causó enorme preocupación:
Adán y Eva tuvieron, en un inicio dos hijos. Caín y Abel, esto es de sobra conocido, pero que pasaría si la historia bíblica no se enmarcara en la época de creación de los tiempos si no en este año y siglo violento que vivimos?
Braulio, músico solitario de bar en bar, veterano, pelo desmadejado, todas las canciones caben en sus acordes y todos los acordes caben en sus dedos …