La penúltima vez que salí disparado de un cañón fue cuando Ofelia se mandó a mudar con Maxi, nuestro hijo y me dejó. Harta, cansada de tanta pobreza, para siempre.

Augusto, a gusto en Agosto (que todavía no se llamaba como tal sino Sextil, y de eso se trata esa historia), se regodeaba en su reclinatorio en el Palacio Palatino, refrescándose sus imperiales gónadas con hojas de palma que batían esclavos y esclavas númidas (por las dudas, nunca se supo bien para que lado pateaba el tal Octavio Augusto).


Telefonazo matinal, domingo por la mañana, cuando todos duermen, es señal de alarma … y algo grave, seguro !

Todo se confabuló – como insiste Coelho – para que El Salvador fuera a su primer Mundial … en 1938, jugando un tan solo partido de eliminatoria … y mire usted, por no ponernos de acuerdo (como nunca) terminamos no asistiendo a la justa mundialista (como siempre).