O mejor … lo voy a decir claramente y sin preámbulos: si no hubiera sido por la música me habría suicidado este año o cualquiera de los 63 anteriores.
No; no es una metáfora.
Tengo algo en dedos … Si no fuese por la música (la que compongo, la que invento, la que pienso) yo no estaría ahora mismo aquí. La música es lo único que comprende mi cabeza en cualquier estado. No importa si estoy depresivo, ansioso, contento, aletargado o zombi. La música es un algodón que emparcha los huecos del silencio, cuando el silencio me aterra.
Si me dieran a elegir entre la música y la Historia (que es mi otro gran amor) me iría cantando carente de todo pasado hasta el fin del mundo.
Hoy por fin he logrado superar mi bloqueo mental , y después de varios meses sin pentagramas ni anagramas, sin rimas ni esquinas, sin pases ni compases, compuse música.
Para los más entendidos, se trata de un cuatro por cuatro, y en medio tiene un corte (puente) de tres por cuatro (muy de mis formas de composición por cierto, tipo Mozart) ; todo está grabado de memoria, es decir, no hay ningún instrumento de verdad.
Acá en la celda no podés tener instrumentos, tengo una toalla de un teclado de piano, la extiendo en el piso, toco cada tecla, mi cerebro guarda el sonido y armo la melodía …
Lo que compuse se llama «Usted disculpe », porque siempre he soñado que alguien que no conozco va por la calle con su reproductor escuchando una canción mía. Ese sueño ha sido una fantasía tonta que me ha perseguido casi como un juego, algo que siempre supe imposible. Como quien sueña con la inmortalidad, como quien sueña con volar por encima de los cerros. Una utopía inmadura e inofensiva.
Pero siempre se me ha ocurrido, porque nadie me da razón, que si pudiera andar por la calle y preguntar a cualquier ciudadano, “cuando me van a soltar?”” De que me acusan?”"Cuando voy a ser enjuiciado"
Usted disculpe …
Pero ahora, gracias a internet que pasa por la caññe y a estos inventos, existe una posibilidad en un millón de que eso pase.
Si a alguien, se le ocurriese cargar lo que tengo en dedos, mi música, en el iPod, aunque sea como curiosidad o extravagancia, y después a esa misma persona se le diera por salir a la calle, digamos, y en medio del viaje en carro o en autobús se le antojase escucharla, a mi música, debo advertirle (a esa persona potencial, imaginaria, improbable) que estaría haciéndome feliz.
Sería una dicha intangible la mía, una felicidad que no podría agradecer ni en un millón de años.
Observa bien lo que veas mientras la oyes, mira ese árbol, esa fachada, esa lluvia, esa paloma en la plaza, a esa chica que lee en el asiento contiguo. Tu camino de siempre, el que cruzas a diario sin prestar atención, ahora estará invadido por mi música. Yo ya no tengo calles, ni árboles ni fachadas que mirar. Observa todo por mí, y dime cómo se ve la vida con mi banda de sonido de fondo.
Durante dos minutos y cuarenta y tres segundos, serás lo más parecido a mi corazón latiendo por fuera de estas paredes.
Y por supuesto, voy a escribir acerca de ti ...
… que para mi eres todo
... de ti voy a escribir tanto que ni siquiera tendré necesidad de nombrarte ...
Las oímos “clac, clac, clac” todo el día, en nuestras casas, en la calle, en el súper, la chancleta, calzado popular ideal para climas tórridos nuestros, la que sentimos tan propia y nuestra … no tiene nada que ver en sus orígenes con nuestro suelo Patrio y menos aún con la vecindad.
