La penúltima vez que salí disparado de un cañón fue cuando Ofelia se mandó a mudar con Maxi, nuestro hijo y me dejó. Harta, cansada de tanta pobreza, para siempre.

Augusto, a gusto en Agosto (que todavía no se llamaba como tal sino Sextil, y de eso se trata esa historia), se regodeaba en su reclinatorio en el Palacio Palatino, refrescándose sus imperiales gónadas con hojas de palma que batían esclavos y esclavas númidas (por las dudas, nunca se supo bien para que lado pateaba el tal Octavio Augusto).

Detengamos las rotativas! Paren las máquinas! Pónganle pausa al escrutinio del TSE que avanza más lento que pedo de tartamudo! Paren todo !! Porque tenemos un enchibole más grande que resolver!
Quise rescatar esta historia, como una manera de responder a la innumerable cantidad de personas que frecuentemente me hacen la misma pregunta … Chele, en El Salvador puede haber un tsunami ?
Que el Ministerio de Turismo, con sus Pueblos Vivos y similares es el único que medio trabaja del actual Gobierno (que todavía hay que soplarse medio año del mismo …ufff!) es una realidad.