(Para nuestros “queridos y eficientes empleados de Gobierno”, ojo, no todos, pero “varios algunos”.)
Ernesto la vio de lejos, tomando un café, sola … Ernesto tenía algo de tiempo, y la actitud de ella, sola en el Coffee Cup, denotaba una de dos: o esperaba a alguien, o no esperaba a nadie y ese nadie podía ser él.
El estudiantado de los setentas, en toda América Latina, estaba en ebullición, era revolucionario por imitación y en pocos casos por convicción, prueba de ello es que pocos de sus líderes pasaron a planos mayores.
- Ay Hija! Se nos murió Don Venancio ...el de la tiendita, tan buena gente, siempre nos fiaba ... ayudame con el vestido blanco que voy a pasar por la vela ....- dijo la acongojada y voluminosa Doña Milagro del Ziper.
En este tirón final, los últimos cuatro meses del año, los dos mundos que hablan inglés —las Islas Británicas y Estados Unidos— se empecinan en una batalla para escoger la palabra más característica del año anterior, la más frecuentada, la más ajustada a los hechos del periodo.
Esta es la carta de amor de uno de nuestros bravíos salvavidas, de aquellos que se echan año a año el Paso del Hombre, aunque este año les tocó hacerlo en la tina de su casa vía Zoom, de nombre Ohmar, a su amada Delfina …