
Si eres tú el mejor de mis sueños
despertando en la absurda realidad,
eres esa chispa de placer ,
que me atraviesa el alma

Olvidarte mujer, es más difícil que meter un dragón en un frasquito…
Olvidarte es más difícil que cantarle una canción de cuna a un elefante bebé … a puros gritos…

Plim, Plam, Plim, Zap !! Sonidos onomatopéyicos pertinentes, dos maletas, portazo, un segundo después ...silencio, fue el último beso, te fuiste. ya no soy yo de ti ni tu de mi.

Por más cruel que sea la distancia
por más fuerte que se vuelva la ausencia,
Por irreversible que parezca el camino,
aquí estoy pensando una vez más en ti.

Escapa un instante, no tardes mucho
evadiendo el encuentro ,
donde apagas el silencio que te quema
la piel, y un poco mas allá cerca del corazón,

No te molestes diciendo “lo siento …”
simplemente, pasa adelante
y vuelve a convertir
mi salud mental en un desastre.

De nada me sirve esta noche saber que
hay derroche
de ovnis sobre Moscú
Para mi gusto musical, una de las mejores composiciones de la era moderna, en contenido musical, pero encierra, líricamente una de las historias más retorcidas, extraídas de la vida real. (Ojo, la vida de su compositor Bob Geldof, también tomaría caminos torcidos a lo largo del tiempo).

No, no, no, no nos demos garabato, por más que nos jactemos de ello y la sigamos practicando a diario en todo el continente, Latinoamérica no inventó la corrupción administrativa, ni ha sido el nuestro, el único país que la ha llevado a la categoría de excelencia que desde hace 40 años cultiva.

Si nos fuéramos a aquello de que las características morfológicas del individuo, definen su apellido, tal como comenzó todo esto, culturalmente hablando, yo debería haber sido pariente de un tal Martín Cabezón, que vive en Bilbao, España, ya que el tamaño de mi cabeza es superlativo.