Llegamos al borde de la locura
Todo inició en un abrazo contigo,
más veloz aún el sentimiento
que la emoción ...
Con embrujo de arena y destellos de sol
desnuda la tarde la luna al amor
Te veo de lejos con tu figura atroz!
eres tan hermoso como rayo de sol ...
Con un hola pudimos acercarnos,
con timidez honrosa nos dimos la mano
Por una vez dame de beber,
la última gota de vida y placer
antes de morir entra a mi piel.
Circunstancialmente yo dejo de ser yo, me convierto en una bestia abyecta, ponzoñosa, un alacrán venenoso, sin la más mínima pretensión de dañar a nadie … y en realidad no daño a nadie, aparte de a mí mismo …
Equilíbrame tú que me conoces bien
que sabes cada detalle
de mi corazón y mi piel ...
Tus pies son mi suicidio…
recorrer tu estructura desde ahí.
No, no es que me haya equivocado de refrán, es simple, triste y contundente, en nuestro país el que a hierro mata… cuchillo de palo.
Resulta que Alicia, persiguiendo al conejo, cae en un enorme pozo, un pozo, sin fin, no era un pozo mágico no .. era un bache de los que abundan en la Santa Eduviges y todo Soya , y cayó en un charco si … pero no era el charco de sus lágrimas, era el Acelhuate, un hilito de agua contaminada, y no habían conejos con relojes corriendo de un lado a otro, habían chuchos flacos, sin dueño y sin collar … Alicia había caído, no en el País de las Maravillas, sino en el País de las Zancadillas.
Hace muchos años, siendo apenas un niño, quien hoy es don Américo se fue a su habitación a hacer la maleta más triste de su vida. Su madre, a la que nunca más volvería a ver, le dijo antes de que el hijo partiera: «Nunca traiciones tu origen milanés, Américo, y jamás te irá mal en la vida».