Paso a detallar a continuación, el sucinto informe de mi situación, estoy aquí… encerrado entre estas paredes y oprimido por el cielo falso, pensando en tí… como si aún me amaras.
Mantengo largos diálogos con tus fotografías, canto todas las canciones que te escribí, platico acerca de ti con mi perro, espero en vano que me llames para decirme “te necesito”… como si aún me amaras.
Reconozco tu perfume en otras mujeres en medio de la multitud, tengo presagios de tus enfermedades o si algo tuyo anda mal, me palpita el corazón y se me desboca el día cuando alguien por casualidad te nombra, sueño contigo en largometrajes… como si aún me amaras.
Le hago bromas a tu fantasma que está presente en cada esquina de nuestra casa, sólo para que sonrías, te llamo por teléfono y cuelgo al escuchar tu voz, como un niño ocioso, sólo para sentir la caricia de tus palabras en mi oído, porque me duelen las orejas de tanto no escucharte decir “te quiero”, como si fuera obligación tuya… como si aún me amaras.
Me hago amigo de tus amigos y pariente de tus parientes, para saber algo acerca de ti, que se yo… una palabra, una señal, una esperanza inocua rebuscada en el basurero de mis mentiras, de mis fantasías, que también fueron tuyas aún te pertenecen… como si aún me amaras.
No he descolgado tus retratos, es más, cada día cuelgo más, releo tus pocas cartas y trato de encontrarle sentido a tu partida, me enojo contigo, me enfado y dejo de hablarte en señal de castigo, como si acaso eso te importara… como si aún me amaras.
Estallo en cólera si alguien te acusa de ser culpable de mi desgracia, es más, hasta ese punto te defiendo, aunque sé que los otros tienen razón, protejo y defiendo tu nombre a patadas y mordiscos si es necesario… como si aún me amaras.
Justifico cada una de tus acciones, si sé que hay alguien nuevo en tu vida, le doy carácter de pasajero, yo mismo juzgo y determino, rijo tu vida desde la soledad de mi cuarto, desde mi cama vacía, desde el cuartel inexpugnable de mis recuerdos… como si aún me amaras.
Soy una piltrafa, una porquería, que espera pacientemente verte entrar por el dintel de mi puerta y darme un beso cariñoso en la mejilla,
Y preguntarme “que tal ?”
como si acaso te importara …
como si todo tuviera sentido…
como si aún me amaras.
Por increíble que parezca, el latinoamericano moderno promedio dedica más horas a su trabajo que el campesino medieval promedio.Si bien muchas personas se sienten presionadas a trabajar muchas horas, incluso las víctimas más afectadas por la “economìa de presión por resultados” pueden asumir que al menos no trabajan tan duro como un campesino medieval.
Si exceptuamos la cama, todo ha mejorado en este mundo. Antes cocinábamos la sopa haciendo fuego con leña, ahora metemos el tazón directamente al microondas …
Claro, era una época de escuela primaria salesiana, donde el Real Madrid y el Barcelona ya existían, pero solo nos enterábamos que pasaba con esos equipos por un anuncio ínfimo en el periódico de los lunes …*