
Observaba esos cuadernos,
Observaba esas palabras ...
Observé el diario aquel...
Donde escribí cada detalle,
Corrí y desbaraté cada página,
no necesito de un diario
para recordar nuestra historia,
esa ha quedado marcada
en cada espacio de mi piel...
En las gotas de rocío
que brotan del alma
y cristalizadas tocan mis mejillas,
Cuando con el tiempo
mi corazón se acelera
y deja escapar vientos de nostalgia,
lo que algunos llaman suspiros,
esos, llenos de intriga y ansiedades.
Rompes mi silencio con tu mirada,
brota de mis labios la sonrisa justa,
la que dice en secreto, “bésame,
devórame y róbame el aliento”
hasta el final de este encuentro tribal,
más que pecado se ha convertido en ritual,
tu cuerpo es la ofrenda y mi alma el sacrificio
aunque pase el tiempo y mueran los años,
mi corazón morirá contigo,
mi cuerpo vuelto un ermitaño.

Estos son los momentos en que los salvadoreños deberíamos serenarnos, apelar al sentido del humor y tomarnos la situación del país más relajados, sin desesperación, sin Los Chorros desesperantes, ni los tres carriles que nadie entiende, mientras los policías de tránsito y gestores se afanan dándole duro a los pulgares mientras WhatsAppean y se aplican un sonoro soplido de viento en los Del Granjero, mientras el tráfico está dado vueltas, puesto al revés.
Cuenta la leyenda que hay todo tipo de anecdotas sobre el origen del sorbete, es más, existe desde épocas … que ni siquiera existía la refrigeración ….

Menos soccer y más fútbol ...
Menos "fans" y más hinchas, barras y aficionados