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Sabés por qué ? – lo encaró Amalia – sabés porque no vamos a hacer el amor ? Porque no me ayudaste a lavar los platos … y me lo prometiste.
Pablo lo esperaba en la mesa desde hacía unos minutos, lo vio llegar, más destrozado que nunca … al encuentro en el café de siempre.
A diferencia de la mayoría de las personas que entienden idiomas pero no los hablan, a mí me sucede al revés con el portugués, que lo hablo pero no lo entiendo.
Estos son los momentos en que los salvadoreños deberíamos serenarnos, apelar al sentido del humor y tomarnos la situación del país más relajados, sin desesperación, sin Los Chorros desesperantes, ni los tres carriles que nadie entiende, mientras los policías de tránsito y gestores se afanan dándole duro a los pulgares mientras WhatsAppean y se aplican un sonoro soplido de viento en los Del Granjero, mientras el tráfico está dado vueltas, puesto al revés.
Por vos le arrancaría las espinas a un cactus con los dientes sin herirme tan siquiera; le quitaría las vendas a una momia y mirar lo que quedó debajo sin poner cara de asco; por vos haría cinco rounds de boxeo con guantes pero sin protector en la frente con un canguro salvaje de Oceanía …
No es tan simple como “tómese dos aspirinas y vuelva mañana”, mucho menos, “tómese este té y rece tres Padrenuestros” en el Siglo XIII, se trata de epidemias masivas que nos han afectado a lo largo del tiempo.