La cabeza del fútbol salvadoreño, vive mirándose el ombligo. Eso hace las ocho (8?) horas laborales del día … nada más.
La culpa la tuvo mi madre, Ai – Nozomi, venerable anciana a quien se le metió en su obstinada cabeza de campesina japonesa, viuda, con seis hijos varones (mis hermanos), que en lugar de sembrar arroz en los pantanos, había que fabricar micro chips en la mesa del comedor.
Digamos Andrés, nació en un hogar humilde, regenteado por madre solamente, porque padre, pasó, sembró semilla y después, si te he visto no me acuerdo. Su madre, primero echando tortillas, después comprando una máquina de coser y por último colocándose de planera en una maquila, logró sacar adelante a su hijo.
Sopla un viento del este
en tu mejilla oeste
y borra las lágrimas que no te mereces
El caso de siempre
tu corazón sangrando
una vez más …