Pues si …pero no se vaya a hacer de la idea que existió, que se yo, en nuestro país, o en alguno cercano, donde la consigna no es robar a los ricos para dar a los pobres …
“¿Que más pedir? Con tu amor,
mi rancho, un árbol, un perro,
y enfrente el cielo y el cerro
y el cafetalito en flor…” (Alfredo Espino “Un Rancho y un lucero”)
Y a decir verdad, es un caso de la vida real, del cual obviamente jamás voy a decir nombres, pero quiero narrar la historia, simplemente, para que sepamos, todos, sin distinción de género, que estas cosas… suceden.
En el ángulo noroeste de mi habitación, en diagonal a mi cama, hay una cámara de vigilancia de marca Panasonic. Es negra y persistente como un remordimiento; sigilosa y entrometida como una suegra que sospecha algo; memoriosa y tosca como una elefanta.
Querido hijo:
Te escribo estas letras para que sepas que estoy vivo, es una manera de decir, si lees mi necrológica antes de esta carta, haga caso omiso de esta notificación.
Fue una de esas desafortunadas coincidencias, iba de viaje de negocios, en el aeropuerto me encontré con Ramiro, buen amigo de infancia …