Leyendo los periódicos, me enteré hace días que falleció el padre de un muy buen amigo de los tiempos de escuela primaria, por ahí me lo encontraba cada dos por tres y siempre era un festejo. Resolví pasar por la funeraria que anunciaba la necrológica a darle un respetuoso abrazo.
Así como la coronación de un montañista, debe ser sin lugar a dudas alcanzar el Everest; la de un nadador cruzar el Canal de la Mancha; la de un pintor o arista de artes plásticas, exhibir en el Louvre …
Y no era linda, o sea, no era una belleza, sino más bien todo lo contrario, con sus gafas gruesas y su cuerpo tan delgado y frágil no llamaba la atención de sus compañeros de universidad a su alrededor.
No es broma, ya dejó de ser cortina de humo para escabullirse de los problemas cotidianos y en El Salvador, de acuerdo al Colegio Médico, hemos tenido más de 4,458 casos y 6 muertes este año, Dengue (SE30).
Es exactamente lo que un hombre como yo
no necesita
la negación de mis afirmaciones
el “nunca jamás” de las condiciones
de mi madre: