Me miró con esos típicos ojos acuosos, rellenos de tiempo, anécdotas y sabiduría, interrumpió el relato, y me preguntó …
- Que parte de lo que te estoy explicando no has entendido?
Ahí estamos políticamente los salvadoreños, a la derecha de la izquierda y a la izquierda del centro, o sea en ninguna parte.
Los seres humanos tendemos a ser bastante estúpidos … todos, pero sabemos disimular, por naturaleza tenemos algo de estupidez que siempre nos acompaña allí donde vayamos. Es algo que siempre nos hace actuar de una determinada forma a sabiendas de que no es así, o lo que vamos a decir no tiene ni pie ni sentidos, pero a pesar de eso, lo hacemos y nos quedamos tranquilos con esa sonrisa bobalicona, tan nuestra, que trata de tapar la tontería cometida .
Creo que las noches frías traen consigo caricias de melancolía, que el masoquismo es una prueba de amor sincero, que no hay propuestas decentes en una mirada indecorosa, que el olvido es una excusa que no existe. Creo en el dialecto de las miradas, en los poetas sin musas, en los “para siempre” aunque siempre terminen. Creo que las manos tienen su lenguaje en las caricias, que la luz roja del semáforo está diseñada exclusivamente para besar a la persona que amamos, que no hay abrazo de despedida que no se lleven un poquito de uno.
El problema de los salvadoreños es que pasamos mucho tiempo ocupados haciendo nada, pero tratando de hacer creer a los otros de que estamos extremadamente atareados.