Diecinueve años y nunca sentirse algo igual revoloteándote en la cabeza, brotándote entre las piernas, amores de universidad, romances pegajosos con gusto a chicle y rock n´roll…
Una luz amarilla está encendida sobre el tablero de control de la nave del gobierno del “Profe”. Claro, esta nave espacial boga a la deriva entre las “Nosepuépedes” y la constelación de “Fracasoláctea” … no hay nada que se pueda hacer, nadie le para bola!
Esta es la nonagésimo séptima noche de un universo aproximado de 4000 noches y contando, que las yemas de mis dedos tratan de llegar al puerto de tu piel, en estas madrugadas frías y húmedas, cuando un abrazo es refugio, cuando una caricia abriga y amiga … sin éxito.
Leticio vivía desde hacía diez años con su esposa, a la que amaba con la misma intensidad que el primer día, o quizás todavía más, y con su suegra … a la que aborrecía también con la misma intensidad con la que la había venido aborreciendo todos esos años, o incluso más.
Desde 1896, cuando se reinician los Juegos Olímpicos, o se reinauguran como Juegos Olímpicos Modernos, aquellas gestas lírico – deportivas creadas por los griegos 22 siglos atrás … África tuvo poca o ninguna trascendencia.