
Por los 907 muertos y 35 desaparecidos en el mes de agosto 2015
Te vi entre las cruces
descalzo, pies mugrientos
cinco años sin abuela
que te cuente cuentos
yendo a buscar a tu padre a la milpa
con la viandera donde tu nana
le mandaba el almuerzo …
y lo encontraste, pero muerto
con tres fulanos que al verte
salieron corriendo
pero el último, se encargó
porque sí
porque aquí se mata y no hay castigo
de meterte entre las cejas un tiro
Samuel
niño de mi tierra
niño Salvadoreño.
Te vi entre las cruces
madre de niños sin padre
que los despierta
de madrugada
y carga con ambos en brazos
llueva, truene, a oscuras
para llevarlas donde una pariente
que te los cuida
aunque refunfuñando entre dientes
todo para deslomarse
catorce horas al día
lavando ajeno
cuidando otras crías
para regresar reventada
y darle a los tuyos
frijol y tortilla.
Y caíste por no darles el celular
a los pandilleros
rogándoles
“es para saber si mis hijos están bien !!”
Da lo mismo
María Dolores
Madre, mujer, ejemplo
dos balas en el pecho
y pasás a formar parte del mes cruento.

Te vi entre las cruces
José Alberto
con tu niña de 2 años apretada
contra tu pecho
cuando de hecho
el asesino
el traidor de los aplausos
sin razón, sin motivo
te vació una pistola
en la cabeza
y te aferraste a tu hija
chiquita
como queriendo explicarle
que se te iba la vida
pero que se la dejabas a ella
tu esposa embarazada a la par
el grito del testigo impotente
grito desgarrador entre la gente
a plena luz de la mañana
de agosto …
Te vi entre las cruces
Jorge Alberto
Profesor …
Te vi entre las cruces
Patria mía
territorio de muerte …
Brasil era una naciente potencia futbolística de América Latina, de segundo orden, detrás de Argentina y Uruguay, pero con un auge de la industria cafetalera tan grande, que prometió construir “el estadio más grande del mundo” (Maracaná 200 000 espectadores) y que con esa promesa logró fácilmente la sede del primer Mundial de Post Guerra.

El problema de los salvadoreños es que pasamos mucho tiempo ocupados haciendo nada, pero tratando de hacer creer a los otros de que estamos extremadamente atareados.
Lluvia tropical maldita y bendita, según la época y la óptica, palabras esdrújulas con poco en común.
A saber, si llueve lindo y parejo, sin exageraciones, los campos son una fiesta y un espantapájaros para la sequía nuestra de cada día. Si llueve poco y sin ganas es una maldición para la siembra y para el termostato, porque el vapor de agua que se condensa después, vuelve la ciudad irrespirable.