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musculos

 

 

—Estamos aquí reunidos para celebrar la… nuestro…

—“Cuarto” (susurró el vicepresidente).

—Sí, nuestro cuarto, eso, eh, nuestro cuarto… eh…

En la sala se sintió un silencio incómodo.

 

 

—Nuestro cuarto… cómo se llama… (volteó hacia el vicepresidente, pero él tampoco sabía, levantó la mirada hacia el salón repleto de asistentes). Nuestro ¿cuarto?

Sobre la mitad de la sala, un muchacho levantó tímidamente la mano, señaló la tapa de la carpeta que les habían dado:

—¿“Encuentro anual”?

—¡Eso! (aprobó el orador aliviado y la sala estalló en un aplauso) ¡Muchas gracias por su valiosa aportación!

—No, bueno es que estaba escrito acá… (señaló el joven) en la… la…

—Carpeta! (ayudó otro, la sala se distendió con una risa cómplice).

—Mejor leo lo que preparé, para no hacerles perder tiempo (el presidente buscó en su portafolio). No acá no está.

—¡Fíjese en los bolsillos! (gritaron desde el fondo).

—Sí, claro (hurgó), ¡Uy, unas llaves que busqué la semana pasada! No, en éste no.

—¿No serán estos papeles? (preguntó el vicepresidente).

 

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—¿A ver? ¡Sí! Ya los tenía encima de la mesa. Bien: El objetivo de este Cuarto Encuentro Nacional de Amnésicos es compartir nuestras experiencias cotidianas para ayudarnos a superar los escollos en los que tropezamos día a día. Lo declaro inaugurado, comencemos ya mismo con las primeras ponencias.

Otro aplauso recorrió la sala. Se fue acallando sin que nadie subiera al estrado. El vicepresidente tomó el micrófono

 

Sin título

 

 

—Adelante el primer orador, por favor.

—El primer orador es Tulio Castro y su tema “Las promesas olvidadas de los políticos) pero parece que se le olvidó venir …

—Podemos pasar a un breve receso, pero acabamos de empezar y sería mejor que el invitado para la primera conferencia pasara.

—¿”Quién? (el vicepresidente).

—Ése.

—¿Cuál “ése”?

—Que usted decía recién.

—¿”Yo” decía?

—¿No nombró a alguien, usted?

—¡Si ni hablé!

 

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Se incorporó otro participante:

—Sí, habló… e invitaba a una persona a que fuera con ustedes.

—¿Y para qué?

—Ah, no, eso ya no sé (el señor se sentó nuevamente).

—¿Quiere pasar alguien con nosotros?

—¿A qué?

—¡No lo sabemos! (contestó el vicepresidente desencajado) ¡Si supiéramos no lo estaríamos llamando!

 

152866200 hombre gordo que muestra el fondo de los músculos

 

 

Un murmullo tenso recorrió la sala. El Presidente intentó salvar la situación.

—No nos pongamos nerviosos, caballeros. El vicepresidente sugirió que pase alguno de ustedes y, si alguien tiene voluntad de hacerlo, pasa un minuto y ya. ¿Alguien quiere?

Silencio incómodo de los participantes que evitaban ser escogidos. Uno alzó la mano y se incorporó.

—Yo voy, pero aclaro que no sé bien a qué (se adelantó en medio de un aplauso).

 El presidente interpretó la situación y preguntó en el micrófono:

 

 

 

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—¿Alguien ve una silla desocupada cerca suyo?

Tres personas levantaron la mano, señalando hacia un hueco entre ellos, y el participante regresó a su asiento. Se aplacó la excitación de ese momento y regresó la inquietud de saber qué seguiría después. Silencio. El Presidente retomó la palabra:

—¿Quién más quiere pasar?

 

 

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Uno levantó la mano, pasó al estrado, lo aplaudieron. Divertido por esa aceptación saludó alzando ambos brazos, como si sacara músculos, la sala se rió, él saludó …

—Yo traía una ponencia escrita, ¿quieren que la lea o…?

—¡No! ¡Mús-cu-los! ¡Mús-cu-los!

Respondió la audiencia y comenzaron a batir palmas al unísono. Este participante tenía una prominente barriga y arrancó a bailar en broma, al ritmo de las palmas. Arrojó sus apuntes al aire, buscó a los integrantes de la mesa, armó un trencito que hizo estallar de alegría a la sala. Bajaron del estrado e invitaron a la sala a sumarse al tren. Formaron una hilera enorme. Salieron del salón y del edificio

 

 

 

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Como era época de elecciones la policía no se atrevió a dispersarlos. Los escoltaron pensando que querían dirigirse a la plaza central y ahí los dejaron …

Comenzaron a vagar día y noche por la ciudad y así por meses, pero no iban a ninguna parte, porque se olvidaron hacia donde iban …

 

Pero ya nadie se acuerda de eso.

 

 

 

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