Siempre, desde niño, me dijo mi madre, y tiendo a creer que tiene razón “vos sos medio pasmado hijo, parecés inteligente, y de hecho lo sos en algunas cosas, pero en otras cuestiones más prácticas, sos bastante torpe”.
Conocí a Stephanie en una Fiesta Navideña de aquellas que reúnen a todo el personal de las empresa, sus diferentes sucursales y captó mi atención en medio de más de quinientas personas, era joven, vivaz, inquieta, trabajaba en la sucursal de Santa Ana, pero ya ratos había pedido el traslado a San Salvador, por aquello de viajar a diario …
- Querés bailar? – le pregunté cuando sonó el grupo.
- Naaaaa, no soy de esas – me dijo . charlemos mejor.
Y no era de aquellas que te hablaban de Maluma, Thalía, Series de Netflix y Bad Bunny, no … había estudiado por su cuenta Filosofía, y te manejaba muy bien el materialismo dialéctico, Kierkegaard, Nietzsche y le apasionaba la literatura francesa expresionista de post guerra …
Quedé atónito, nunca había conocido una mujer así …
- Y tu que hacés en la empresa? – me preguntó Stephanie
- Recursos humanos, planificación de sucursales …
- En serio? Deberías ayudarme con el traslado a San Salvador …
Fui un par de veces a Santa Ana, con una excusa cualquiera, se vino conmigo de regreso, tras dos citas se pasó a vivir conmigo … firmé su traslado.
Al principio, todo bien, trabajaba, volvía a casa, no cocinaba porque estaba estudiando los pre socráticos, por lo general cocinaba yo o delivery.
- Aquí tiene su pedido caballero, - me dijo el repartidor de Hugo, mientras me lo recitaba y yo pagaba – a sus órdenes, gracias, buenas noches.
- Ya está la comida Stephanie … - a la mesa.
Pasaron varias veces, incluso una vez que llegaba a casa y Stephanie ya había pedido comida – con mi tarjeta por supuesto – y vi que el repartidor de Hugo, era siempre el mismo.
- Que raro – le dije a Stephanie – con la cantidad de gente que han contratado para la pandemia, que siempre nos toque el mismo …
- Ha de ser por la zona - dijo Stephanie y siguió hincándole el diente a un Subway.
Después de esa plática fue que el repartidor de Hugo empezó a llegar sin quitarse jamás el casco, es más, llegó a veces sin que le ordenáramos nada …
Un día, que llegué más temprano de la oficina por inventario, lo encontré sentado en la sala de mi casa, tomando una cerveza que le había acercado Stephanie y en gran plática, al verme se puso el casco enseguida …
La cosa no pasó a más … aunque unos días después, se acercó Morazán, el jefe de CPM de la empresa, se sentó en mi oficina y me dijo …
- Mirá Javier, tené cuidado con esta Stephanie, una amiga, que también es amiga de ella, me dijo que para la fiesta de Navidad te tenía estudiado de pe a pa, porque quería lograr el traslado, se que viven juntos, está bien, porque vos estás más solo que Robinson Crusoe desde tu divorcio, pero, no perdés nada poniendo atención … por las dudas.
Me dejó intranquilo lo de Morazán, me fui temprano a casa, a platicar con Stephanie, es claro, no le gustaba bailar porque yo no bailo, no le gustaba Maluma porque a mi me da nauseas, sabía de Filosofía porque a mi me encanta ….
La moto estaba parqueada media cuadra más abajo en la acera de enfrente, el casco en el sofá del living, un pedido de Papa John´s en el microondas sin abrir, ropa tirada en la sala de estar, jadeos desde el dormitorio …
Estuve un rato, pensando que hacer …se que Stephanie sabía que había llegado ….
Me fui, regresé media hora después, ninguna evidencia, y Stephanie leyendo “El Capital”.
Obviamente, se fue … la confianza estaba perdida ….
La otra tarde, bajo un diluvio universal, me los encontré, a Stephanie y el repartidor, en la moto de él, comiéndose a besos, debajo de un puente …
… en la radio sonaba “Hawái de vacaciones, mis felicitaciones …muy lindo en Instagram lo que posteas …. “
* Este es un cuento totalmente ficticio, las marcas citadas se ocupan unicamente como punto de referencia,
Este nuestro mundo avanza a ritmo cada vez más acelerado, el desafío de adaptarnos aumenta y las consecuencias de nuestra resistencia al cambio producen desastres …el mundo se reinventa, en nuestro país parece que no nos damos cuenta …
Yo soy Timoteo Pampa
un gaucho charlatán y malandrín
no me confunda con malandras
de esos que andan por ahí
Alguno de estos junios deberíamos considerar subirnos a la azotea de la Torre Telefónica por ejemplo, abrir los brazos y dejarnos caer al vacío, solo para probar la sensación de ingravidez, la falta de peso, lo más parecido a volar digamos …