Deja la puerta abierta, hoy seremos dos,
derrama tu pasión en mi almohada,
dame una porción a beber,
dormiré temprano, me vestiré de ayer.
Me permitiré tus aromas,
los pondré en mi piel,
Me perfumaré completa
con tus gotas de amanecer
Eres mi placer favorito
eres mi deseo y miel
Mi depredador perfecto
mi salvaje favorito,
mi porción de arena
Donde puedo descansar desnuda,
donde puedo desbordar yo mi bruma,
y desplegar mi sensualidad en ti.
Mirarte mientras duermes
excita mis pensamientos,
acelera mis movimientos,
y me obliga a desvanecer
Mi orgullo sensato de mujer,
obligarte a volverme a tener.
Pitágoras Thompson, quien la noche anterior se había ido a dormir, millonario y prolífico, rebosante de salud y joven, altanero y soberbio, amaneció casi en la indigencia, la mañana siguiente.
Llegó al instituto de medicina legal de la ciudad, era el nuevo que habían contratado para realizar las autopsias a todos los cadáveres que ingresaban a la morgue, vestía su uniforme: camisa, pantalón y gorra celeste, tenía también unos zapatos de tela del mismo color, estaba entusiasmado por ser el nuevo y realizar las autopsias.