Lanzo una botella al mar
recurso de náufrago
para que llegue donde estás
se acerque a tu orilla
esa que moja tus pies
mientras sueñas
te empeñas
te adueñas
de las múltiples nostalgias …
Para que puedas encontrar
al despertar,
de la vida todo el remedio
todas las curas
las soluciones
paliativos y ungüentos
para todo aquello que te hace llorar ...
Melancolía y caracoles
nocturnos vientos rompecielos
quiero secarte una lágrima
quiero susurrarte un te quiero.
Más si no tengo tus labios
cercanos a mi tiempo
coordenadas y sueños
desesperanza en mi planisferio
teléfono que nunca suena
guitarra compañera vieja ...
Y aún así, como te quiero pequeña…
Lanzo una botella al mar
recurso de náufrago
para que al despertar … vida
puedas encontrar
moluscos, enhorabuenas y mis razones
para susurrar
no importa …
seguimos existiendo
aun te amo…
te sigo queriendo …

En días de carencias, muchas inusuales,
que son más duras que ausencias de besos,
entra la nostalgia de complicidad ...

La tremolina armada por el “sonado” caso del obsequio de la cafetera a la Delegación de la PNC de Soyapango, por parte de nuestro Presidente (10 000 policías mal apertrechados más 5000 soldados contra un ejército organizado de 70 000 pandilleros, deja bien claro que el asunto no se soluciona con una cafetera)

Una hermosa mañana de abril, por una callecita de la ciudad, Lucas se cruzó de frente con la mujer perfecta. Tendría unos treinta años, igual que él. No era particularmente hermosa, ni tenía nada especial, pero a quince metros de distancia supo con certeza que esa mujer era perfecta para él.