
Hay un lugar donde nunca, donde nunca fui, donde siempre estoy, donde sueño llegar pero nunca voy …
Hay un lugar donde soy nadie, y este alguien tiene unas terribles ganas de dejar de ser nadie, nadie de quien dependa alguno, alguno de los que nunca alcanzan a ser alguien, ser una isla, una roca, una señal de alto, un mojón de kilometraje, un doble cero a la izquierda, un ente independiente, desechable …
Hay una posibilidad, una entre mil…siendo optimista, de que mis pasos caminen esa pista, senda, atraviesen esa montaña, crucen esa selva, que habrá de llevarme hasta ese lugar donde nunca … pero siempre pasa lo que no quiero, y cuando se requiere desesperadamente el sol siempre llueve, siempre sucede eso que no querés, y te inunda el temor de lo que tanto temés …
Y le temo a tus rechazos, a tus malos humores, a tus siempre “noes”, a tu espalda cada madrugada, a tanta realidad repleta de nada, a tantas noches desperdiciadas, a una incertidumbre que crece y un sentimiento que se desvanece, por olvido o más bien por la indiferencia, porque mi presencia no derriba tus barreras.

Y yo me muero de ganas de decirte que estás linda … que he pasado la noche en vela esperando este efímero instante, pero sé que no significa nada para ti, el saber todo lo que tu significas para mi …
Hay un lugar donde nunca …
donde nunca estuve, habiendo estado
donde nunca fui ….habiendo sido
donde nunca alcanzo … a pesar del esfuerzo
donde nunca debimos separarnos …
y ese es tu cuerpo.
Pepe Parásito, pajarraco pterodáctilo, sanguijuela del neoclásico, huele a mierda y hiede a plástico, te sangra a lo jurásico, te pone trabas y mil obstáculos, te ahorca con tentáculos, pero al Jefe le da un ósculo, en el sitio más recóndito, cada día al crepúsculo …
Recordarán que en la escuela (los que fuimos, no los que “chabelearon” el diploma de 6o grado), leíamos aquello de que …
“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.” Platero y yo. J.R.J.
Mis sueños de ser lateral derecho de la selección, se vinieron a pique a mis nueve años, cuando probado en la cancha, junto a otro grupo de infantes, descubrí que siempre quedaba de último en la fila …era malo.