Si no me hubiera reventado la cabeza contra aquella puerta de vidrio, 17 puntadas, una cicatriz que medio me tapo con el pelo, tal vez nunca hubiera aprendido a caminar viendo para adelante.
Si no me hubiera golpeado los que me cuelgan con la barra de la bicicleta en aquel accidente de bici en el que me di con la culata de un bus, tal vez jamás hubiera aprendido a tapármelos cuando me pongo de barrera en tiros libres. Si no me hubiera atrapado mi padre con la bolsa de billetes mal habido, robados de vueltos y tareas escolares, escondidos en los calcetines, a los 11 años, tal vez hubiera seguido delinquiendo creyéndome todopoderoso e incapaz de ser descubierto al extremo de terminar como político.
Si no se me hubiera salido aquel contundente gallito en medio del Teatro Nacional cantando una de Los Beatles en un homenaje, causando carcajadas generales, tal vez nunca hubiera entendido que lo mío no era cantar sino estudiar a lo bestia. Si no hubiera muerto mi perro viejo, casi de 15 años, atropellado por un busero hijo de puta cuando el pobre ya no podía casi caminar, tal vez nunca hubiera aprendido a llorar …
Si no me hubieras dejado plantado bailando en medio de un “How Deep is your love” de los Bee Gees en mi de adolescente, tal vez nunca hubiera aprendido lo esencial del uso del jabón y desodorante. Si una amiga tuya en la siguiente canción no hubiera hecho lo mismo, tal vez no hubiera aprendido que ir a una fiesta inmediatamente después de jugar futbol no era la idea más acertada.
Si tu mamá no me hubiera sonado tres cachetadas en la entrada de tu casa, plena vía pública después de verme bailando acaramelado en una fiesta con otra que no eras tú la noche anterior, tal vez nunca hubiera aprendido los fundamentos de este asunto de la fidelidad; si no te hubiera encontrado yo mismo, años después con él, tal vez nunca hubiera entendido que este asunto de la fidelidad era recíproco ….
Si no me hubiera tropezado de niño con Julio Verne y de joven con Boris Vian, tal vez jamás me hubiera vuelto adicto a la lectura. Si no me hubiera ido a la quiebra en mi primer negocio, tal vez nunca hubiera aprendido a administrar dinero. Si no hubiera tenido tan buenos padres, tal vez jamás hubiera aprendido a criar buenos hijos. Si no me hubieran enseñado a Dios, aunque demasiado tarde, tal vez habría muerto … demasiado temprano.
Si no hubieras entrado y luego salido de mi vida, tal vez jamás hubiera conocido la tristeza ….
Hoy es solo un adverbio de tiempo, efímero, los golpes y el dolor que hoy constituyen este río que nos inunda … son tan solo agua mansa de mañana, cuando hoy ya sea ayer.
Y en base a nuestros ayeres vamos aprendiendo, siempre de la manera más difícil, como forjar nuestros mañanas …
No hay cicatriz sin historia
No hay historia sin enseñanza
Sin ayeres … no hay mañanas.
La alerta está cantada ! La situación social desbordada, la económica, peor que nunca. Ojo … este fin de mes, sobre todo con especial énfasis en microbuses 52, y buses de la 42, 101, objetivo principal: carteras saliendo del banco y celulares.
“El agua no se le niega ni a los presos” – decía un buen amigo, cada vez que alguien le pedía en su casa, un vaso de agua, o cuando nos dedicábamos al buceo, una botellita de agua.
“La capacidad de justicia del hombre hace posible la democracia, pero la inclinación del hombre a la injusticia hace aun más necesaria la democracia.” — Reinhold Niebuhr, teólogo y especialista en ética política.