De pronto me dices que me necesitas,
y mis labios no tienen la respuesta ,
pero los latidos del corazón lo dicen todo,
por mi ....
De pronto me dices
“Te necesito”
y mi cuerpo tiembla de deseo
por cada una de tus palabras que
salen de esa boca,
Si esa boca que provoca
que me pierde, que me aloca,
que trae a mi mente tus besos,
tus caricias con esos labios
que me han perdido miles de veces
más en los silencios que en las realidades
más en mis fantasías que entre tus brazos.
De pronto con tu estilo propio,
con tu arte de seducción,
me atrapas me rindes y
dentro de mí ,sólo nace
el deseo de ser tuya una vez más
se apoderan estas ganas
que nunca tuvieron un punto final.
Y esto viene de pronto , y
me enciende de nuevo las luces
esas casi apagadas , por los vacíos,
y me voy dando cuenta que el gris
de mis días no es tan gris
porque aún dentro de mis rincones
estas tú, siempre tu
apretado a las ganas de mujer ,
que me enseñaste a sentir.
en tantas entregas , con algo más que placer.
De pronto me dices te necesito
y el deseo tiene destino de perfeccion,
el sonido de cada letra tiene el tono
de nuestra interminable seducción.
vuelve a decirme te necesito
y te llevo a tocar el cielo en una entrega
de mutua necesidad.
Esta es una extraña historia que quiero contarles, y trata de un abogado joven que se llamaba Miguel H. El médico le había recomendado un fin de semana en el campo, lejos de toda huella de civilización.
“Dios mío, si con el beber te ofendo, con la goma te lo pago y hasta me quedás debiendo …” (Adagio popular muy repetido por bebedores).
El famoso libro de Mary Shelley, no era conocido en esta parte cuscatleca del mundo, cuando una joven estudiante de ciencias, a la que no le dejaban ejercer medicina por aquello de la misoginia de la época (una mujer no puede ser profesional universitaria!), creó vida.