A pesar de haber reinado tan solo poco más de 10 años, y haber pasado gran parte de ese tiempo, fuera de Inglaterra por liderar la Tercera Cruzada, su valor, fuerza, liderazgo y el hecho de que Inglaterra volviera a tener un Rey guerrero, de armas tomar, hizo crecer su leyenda.
Ricardo nació el 8 de septiembre de 1157 en Oxford, hijo de Enrique II y Leonor de Aquitania. Poseía una considerable capacidad política y militar. Sin embargo, al igual que sus hermanos, luchó con su familia y se unió a ellos en la gran rebelión contra su padre en 1173.
En 1183 murió su hermano Enrique, dejando a Ricardo heredero al trono. Enrique II quería ceder Aquitania a su hijo menor, Juan. Ricardo se negó y, en 1189, unió fuerzas con Felipe II de Francia contra su padre, acosándolo hasta una muerte prematura en julio de 1189.
Como rey, la principal ambición de Ricardo era unirse a la Tercera Cruzada, impulsada por la captura de Jerusalén por Saladino en 1187. Para financiar esto, vendió sheriffdoms y otros cargos y en 1190 partió hacia Tierra Santa.
En mayo llegó a Chipre donde se casó con Berengaria, hija del rey de Navarra.
Ricardo llegó a Tierra Santa en junio de 1191 y se estableció con sus 800 guerreros al Norte, se enfrentó al poderoso y numeroso ejército de Saladino, el mítico Otomano, y lo derrotó, por su fuerza y valor … Acre cayó el mes siguiente.
En septiembre, su victoria en Arsuf dio a los cruzados la posesión de Jope. Aunque estuvo cerca, Jerusalén, el principal objetivo de la cruzada, se le escapó.
Además, las feroces disputas entre los contingentes franceses, alemanes e ingleses dentro del bando de los cruzados, provocaron más problemas.
Después de un año de estancamiento, Richard recibió noticias de que había líos internos en Inglaterra, a pesar de tener a raya a Saladino y su ejército, decidió establecer tregua con Saladino y firmar el Tratado de Jaffa, lo que le daba todo el Este de Tierra Santa a Ricardo I y Saladino conservaba centro y Este, Jerusalén podía ser compartida por ambas corrientes religiosas, pero no quedaba en posesión de los Otomanos.
Liquidado el tratado de Jaffa, agobiado por los problemas internos de su Reino, emprendió su viaje a casa.
Camino de regreso
Después de sus victorias sobre Saladino en el asedio de Acre y las batallas de Arsuf y Jaffa, concluidas por el tratado de Jaffa (1192), Ricardo regresaba de Tierra Santa cuando fue capturado en Austria. A principios de 1193, Ricardo fue transferido a la custodia del emperador Enrique VI.
En ausencia de Ricardo, el rey Felipe de Francia intentó obtener las posesiones francesas de Ricardo mediante invasión o negociación.
En Inglaterra, el hermano de Ricardo, Juan, ocupó el castillo de Windsor y preparó una invasión de Inglaterra por parte de mercenarios flamencos, acompañada de levantamientos armados. Su madre, la reina Leonor, tomó medidas firmes contra Juan fortaleciendo las guarniciones y exigiendo nuevamente juramentos de lealtad al rey.
Las actividades subversivas de Juan terminaron con el pago de un aplastante rescate de 150.000 marcos de plata al emperador, por la liberación de Ricardo en 1194. Advertido por el famoso mensaje de Felipe "mira por ti mismo, el diablo está suelto", Juan huyó a la corte francesa.
A su regreso a Inglaterra, Ricardo fue coronado nuevamente en Winchester en 1194, antes de cruzar el canal para defender sus diversos territorios contra el rey Felipe Augusto de Francia.
Cinco años más tarde murió en Francia durante un asedio menor del castillo de Châlus contra un barón rebelde. En el momento de su muerte, Richard había recuperado todas sus tierras.
Su éxito duró poco. En 1199, su hermano Juan se convirtió en rey y Felipe invadió con éxito Normandía. En 1203, Juan, su hermano menor, que tanto lo había combatido, se había retirado a Inglaterra, perdiendo sus tierras francesas de Normandía y Anjou en 1205.
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