El bus se detuvo en el kilómetro doscientos once. María Antonieta bajó y el motorista también, para entregarle su equipaje. Cuando el bus retomó su marcha María Antonieta empezó a caminar. Eran parajes de tierras rojizas. Ignoro por qué tenían este color; usted disculpe, pero en verdad, no sé nada de geología.
María Antonieta caminó un par de kilómetros y se sentó a descansar sobre su equipaje. Ignoro si hacía calor o frío porque no sé nada de meteorología (además yo no estaba allí). María Antonieta quería levantarse y seguir su camino, pero tenía dolores en la pelvis. Nada puedo decir, por desgracia, sobre el origen de estos dolores, porque carezco de los más elementales conocimientos de ginecología.
María Antonieta hizo acopio de fuerzas y se levantó. Para orientarse mejor sacó de su bolso unos binoculares (o quizá fuera un catalejo o un larga vistas; no sé nada sobre instrumentos ópticos) y echó un vistazo a los confines de su visibilidad.
Vió a lo lejos una figura humana, recortada contra el horizonte. Caminó hacia ella. La figura caminaba a su vez hacia María Antonieta. Esto es lo que creo, aunque no me respalda en ello ningún conocimiento de geometría ... Usted disculpe, nunca pude aprobar esa materia.
Unos minutos después la figura se hizo reconocible para María Antonieta. Era un hombre. Andaba casi desnudo y estaba peinado y maquillado con arreglo a las normas vigentes en el grupo humano, tribu, clan o a lo que fuera que él pertenecía. No quiero dar detalles sobre esto por miedo a meter la pata, usted disculpe pero no sé absolutamente nada de antropología.
Cuando lo tuvo cerca, María Antonieta sacó su cámara fotográfica. Creo que se puso a regular el fotómetro, y no sé cuántas cosas más. María Antonieta era una excelente fotógrafa, pero yo no solamente no lo soy sino que no tengo la más puta idea de cómo se saca una foto.
Parece que aquel hombre tampoco la tenía, porque cuando vio el artefacto se asustó. Se acercó a María Antonieta y le arrancó la cámara de las manos. No conforme con esto, le arrancó también la ropa y —ya con más delicadeza— se sacó él mismo la poca que traía puesta … debo decir, que me pareció que María Antonieta no oponía demasiada resistencia … pero en realidad no sé, Usted disculpe … yo no sé nada de sexología.
Entonces ocurrió algo que me veo incapacitado de describir, quizá por falta de experiencia personal en la materia. No sé nada sobre cópulas, y creo que por ahí corría el asunto. (Usted disculpe si en algún momento me expreso de forma confusa o incorrecta; es que no sé nada de gramática.) En verdad la única disciplina que domino es la literatura pero poquito …
Sinceramente, no sé si sé más que nadie en esta materia. Pero ya no puedo escribir más, lo siento. Mi falta de formación en otras disciplinas me lo impide, interponiéndose constantemente entre mi pluma y mis lectores. Esta traba merecería de mi parte, sin duda, un profundo estudio, pero yo no lo puedo hacer porque no sé nada de epistemología.
Ya en sus momentos de máxima exasperación y no saber nada más, aparte que María Antonieta y el probablemente Indio Piel Roja están en una grata relación consensuada … (no sé, digo yo, disculpe pero no soy abogado) usted, estimado lector, querrá saber de qué se trata esta mierda …
Pero no puedo certificarle nada, no soy ni Patólogo ni Laboratorista clínico para analizarla.
Usted se preguntará entonces, para que y de donde sale toda esta gran cagada de relato?
Pero usted disculpe, no tengo repuestas adecuadas …. yo no soy proctólogo …
Ha muerto Marcos Mundstock y el planeta tiene muchas lágrimas más y un genio menos. Ha muerto Marcos, seguramente ya está instalado en el cielo de la alegría. La estuvo peleando como un guerrero durante más de un año y finalmente, a los 77 años su cuerpo dijo basta.
Tengo un gato que asumo como amigo, medio loco,
maullando en mi tejado. Jilgueros y gorriones que me anuncian
el amanecer en fa y si bemol respectivamente, aunque el
gorrión desafina cuando amanece de mal humor…
Es un hecho que, por lo general, les paramos poca bola, ya salen al final de misa, cuando el sacerdote ha hablado hasta la saciedad de temas relacionados con cualquier cosa menos con el evangelio del día, (por lo general hablan de si mismos, y buscan elevarse a vicarios aunque sea, además de organizar colectas) y una señora, voluntaria, o algún caballero con el afán de ayudar comienzan a leer los avisos parroquiales … Otros se pegan en pizarra, y son algo así como la "Gaceta de chambres del vecindario".