No, no. No no se equivoque, no es éste el caso de algún Asesor de Mauricio, aquel que se embolsó 300 millones y ahora resulta que es nicaragüense, no, no hablamos de esas suciedades … este es el caso del Ascensor de Mauricio … otro Mauricio, de triste destino ..

Mauricio Lampiño (era su apellido, aunque la verdad es que le sobraban vellos por todas partes, desde el pecho hasta dentro de las orejas), vivía en el décimo piso de uno de estos nuevos edificios construídos por decenas en el Boulevard Felissa Cristales, la calle “fashion” de la ciudad.

Solía volver cerca de las 20:00 tras salir de su trabajo como vendedor de salón en Maxivasinicas Baby Feliz. Un miércoles como cualquier otro, y con el cansancio típico de alguien que se dedica a vender cosas para gente con el culo chico, llamó al ascensor para ir a su departamento, el 10-D Se subió, tocó el botón 10 y comenzó su rutinario viaje vertical.

El ascensor se detuvo en el piso 2 y subió Terencio, el anciano que vivía en el 7-B que tenía fama de pirómano por haber desatado un incendio que los bomberos ya habían atado con una soga pocos días antes, según decía. “Yo no pienso respetar lo que hagan los bomberos —afirmaba—, porque bomberos son los que ponen bombas, y no es casualidad que usen el color rojo, el mismo que usaba el ERP y el teletubbie comunista llamado Po, cuyo nombre es clara alusión al Partido Obrero”, eran las palabras que evidenciaban sus problemas psiquiátricos y ultra fascistas, admirador de Benito Mussolini, Trump y Bolsonaro, en ese orden.

Mauricio saludó a Terencio, sin entender por qué su vecino del 7 estaba en el piso 2 y acababa de tocar el botón 8.

En el piso 3 se sumó la vecina más hermosa de todo el edificio, Pilar Del Escroto, estudiante de la UCA y cantante de la banda de cumbia pop “Q’ Mal Q’ Suena” . Pili era amiga de una vecina del 6-C, así que tenía sentido que subiera desde el tercer piso; lo que no se explicaba era su tendencia a sacarse selfies frente al espejo del ascensor con sus vecinos a bordo.

En pocos segundos sacó unas treinta fotos en las cuales Terencio salió mirando a la cámara con cara de perro cagando. Pili subía las fotos a Instagram con los hashtags #ascensor #miercoles #prudencio #vecinospendejos.

 

La siguiente parada fue en el quinto, desde el cual ingresaron Tomi, Rami y Javi, tres fisicoculturistas a los cuales no les importaba exceder la cantidad máxima de personas permitidas ni forzar a los demás a estar apretados. Eran de la misma casta que Pilar, así que empezaron a hacerse los “guapos” para atraerla, cual pavo que realiza la exótica danza de la idiotez para garantizar la atención de la Pili que seguía sacando selfies sin pararles bola …

—…Así que bueno, me compré en la boutique una fina camisa y me robé otra jaja —contó Javi.

—Naa qué hijo de puta —comentó Tomi.

—Es así amigo, yo soy imparable —agregó Javi.

—Imparable la que tenés entre las piernas —contestó Rami.

—Preguntale a tu nana si se me para—respondió Javi – eran de esa clase de léperos a viva voz y sin censura.

—Hey córtenla! Que aquí está la chica! —dijo Tomi, señalando a Pilar.

—Chica la que tenés entre las piernas —rebatió Rami.

La situación era más incómoda que supositorio de llija.

En el sexto piso se bajó Pili.

—Adiosss mi Reina del Ritmo —, le dijo Javi, cero repuesta.

—Bue, la sigo en instagram y ni saluda, gran creída—, comentó ante la indiferencia de la joven cantante.

 

Atrás de Pili salió Terencio y todas sus fobias, bajándose dos pisos previos al que él había indicado cuando se subió. Mauricio lamentaba su suerte de vivir rodeado de subnormales que hacían eterno un simple recorrido de diez pisos. Los fisicoculturistas, que estaban yendo a la terraza para hacer unas hamburguesas, se olvidaron la lechuga, por lo que se bajaron en el piso 7 para buscarla.

En el séptimo piso se subió Hernán, después de que salieran los fisicoculturistas. Hernán vivía al lado de Mauro en el 10-C, pero el ascensor siguió de largo

—Eh… no, no. Yo me bajo en el 10, pero parece que entre tanto botoneo el ascensor se loqueó todo.

Hernán se bajó en el 11 y volvió a subir Terencio, cuya rapidez para llegar a esa altura antes que el ascensor era tan inexplicable como el resto de sus conductas.

—El caos es la materia prima del cosmos —, dijo Terencio guiñándole un ojo a Mauricio antes de volver a bajarse en el 12.

Mauricio había quedado solo. Tocó el botón del 10 varias veces pero el ascensor continuó elevándose hasta el decimoquinto y último piso del edificio. Enorme fue su sorpresa al ver que el botón 15 dejó de estar iluminado y pasó a iluminarse nuevamente el botón 1, pero sin que el ascensor se detuviera en ningún momento … de un solo golpe, pegó un acelerón increíble, se desprendió de la azotea del edificio y empezó a volar verticalmente … dirección a la estrastófera !

“El caos es la materia prima del cosmos”, resonó en su cabeza la voz de Terencio. “Cosmos significa orden, y el orden no es más que una cierta disposición de cosas —siguió cavilando— pero dónde se establece que las cosas deben disponerse de una determinada manera? Ordenar no es más que desordenar de otro modo, generalmente en base a la decisión subjetiva de alguien que ni siquiera conocemos.

“Qué buena que está Pilar del Escroto”, pensó Mauricio....

.... fue su pensamiento último, postrero, cuando el ascensor estalló en ciento cincuenta y dos mil millones de partículas, casi entrando a la constelación de Aquarius.