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Resulta que a la temprana edad de diez años me di cuenta que lo físico no era lo mío… era gordito, usaba lentes, brackets móviles, era pésimo jugando al fútbol y mi papá me peinaba con fleco hacia el costado con vaselina, usaba zapatos ortopédicos y carita de regalón… el combo perfecto del fracaso.

Encima me habían empezado a gustar las compañeras de clases. Sobre todo María Laura. Tenía que elegir entre ser la víctima eterna del más cruel bullying infantil, ese que te marca para toda la vida, o afilar mi lengua para ser un tipo intrépido con las palabras, hábil con la retórica ..elegí la segunda.

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Ese año Víctor era sensación, era alto, rubio, fortachón y le pegaba a los tontos como yo. A el también le gustaba María Laura, que se decía que yo le gustaba a ella, según la Rosa. No tenía muchas opciones, entonces me convertí en un gordito simpático, un ñoño hábil para el flirteo, una tutuca sagaz para ponerle apodos a los demás y marcarlos para toda la vida. Amparado en el Darío Pérez y el Damián Fernández, tenía dos secuaces que me defendían.

La María Laura se enamoró del Darío Pérez, pero el Damián Fernández se lo sacudió al Víctor de una trompada, cuando mehizo burlas en clase. “Uno por uno era negocio”, así que mi habilidad dialéctica y retórica siguió creciendo.

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De a poco me convertí en el más divertido del curso, el “gordito simpaticón”. Ese era mi rol. Con las notas me iba bastante bien, así que las seños eran de perdonarme mis exabruptos… pero cada vez me ponían la vara más alta del humor y no podía perder rango de popularidad. Así que día a día me inventaba nuevos comentarios, chistes, anécdotas y bromas infantiles, sorteando amonestaciones como un gordito campeón. Yo sólo quería ser popular para alejarme del fantasma del acoso y la violencia que sin dudas debería recibir.

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Como todo nerd, era fanático de los videojuegos. En el afán de despuntar el vicio establecí un sistema de préstamo y canje de cartuchos (de los video juegos de antes) en toda la escuela mediante una libretita con datos, muy prolija y meticulosa. Me buscaban hasta los del secundario para conseguir mercancía.

Llegó el punto que no le tenía miedo a nada. Diezmado el Víctor, los maestras me querían por mi carita de bonachón, seducidas a un par de chicas de otros grados por mi humor, controlado el bussiness de los cartuchos, defendido por mis cumpas, me manejaba como Capone en Chicago. Era el puto amo. Y no le tenía miedo a nada. No le tenía miedo a los malosos de otros grados, no le tenía miedo a las seños de mi grado, no le tenía miedo al director, no le tenía miedo a la vicedirectora, no le tenía miedo al cura del colegio, ni a los pandilleros de el Limón (el Darío era amigo de todos… intercambio de influencias).

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Pero había algo que jamás pude superar… un terror vivo y mortal. Una presencia constante a la que era imposible de controlar, ni comprar, ni corromper.

Podrían retarme, echarme de clases, firmarme el cuaderno de indisciplina, podían gritarme, amenazarme, desaprobarme una evaluación que absolutamente nada me daba miedo… a menos que me viera la seño Mariel.

La seño Mariel, estudiaba magisterio y estaba a cargo de nuestra clase, debía tener 19 o 20 años, era joven pero tenía una mirada felina, seria, destructiva, se le transformaba la cara cuando te clavaba los ojos verdes…te reprendía con dos palabras, y yo me destrozaba, nunca pude con ella, lo peor era lo que venía después de esa cara … era enigmática, seductora.

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Bue, para hacerlo corto, logré salir bachiller, fui muy bueno para matemáticas y física (ahora importaba video juegos originales y vendía o alquilaba memorias, un hit!) me matriculé en Ingeniería Civil y un día en el comedor de la Universidad, sentí aquella mirada felina en la espalda …

-          Seño Mariel – le dije, tenía una cara un poco más madura, pero joven y atractiva siempre.

-          Mariel, Julio, solo Mariel … has adelgazado mucho, no sos más “el gordito” de la clase.

-          Usted me pone a tar …tar …tartamudear, desde siem …siem… pre …Mariel

-          Ya pasó, fue hace más de doce años – me dijo- te ando buscando… fui a averiguar quien tenía buenas notas en matemáticas y me dieron tu nombre , estudio derecho Internacional, pero estoy estancada porque no he pasado las Matemáticas II y III …para que las necesito Julio?

-          Para contar las carretadas de plata que va a ganar – me fui distendiendo

Para abreviar, me convertí en instructor de matemáticas de Seño Mariel en mi apartamento, nos hicimos amigos, salíamos a cenar, hasta que una noche … ya no se fue de mi apartamento de estudiante soltero ….

Era mi sueño hecho realidad, le había perdido el miedo, nos entendíamos como pareja a morir, celebraba mis chistes, hacíamos el amor obsesivamente …

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Sacó Derecho Internacional, consiguió trabajo en la Embajada en Roma, fui a estudiar mi maestría con ella … nos casamos.

Entonces, a los pocos meses, todo el encanto retrocedió, volvió a ser Seño Mariel, mirada felina, seria, destructiva, se le volvió a agriar la cara cuando te clavaba los ojos verdes…te reprendía con dos palabras, y yo me destrozaba, otra vez más … no podía con ella …

Volví a San Salvador, divorciado, con una maestría a medias, quien me atendió en Migración?

Juliooooooooo – con una voz cantarina, y sumamente guapa … María Laura.

Entonces sentí que el ciclo se cerraba y cobraba sentido.

Hasta hoy le agradezco todo lo que me enseñó en la vida …

… Seño Mariel.

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