Querido hijo:

Te escribo estas letras para que sepas que estoy vivo, es una manera de decir, si lees mi necrológica antes de esta carta, haga caso omiso de esta notificación.

Vos allá en los Unai, pedaleando y trabajando … está bien, pero aquí, en el país que dejaste nos ha caído encima una epidemia de tontera, con esta campaña política y las cosas que hacen y dicen los aspirantes,  han contagiado de imbecilidad y atolondramiento notorio a todos los ciudadanos.

Por eso te estoy escribiendo despacio porque sé que tú no eres de aquellos que les gusta leer de prisa. Si recibes esta carta es que te llegó, y si no, me lo dices y te la mando otra vez.

 

El tiempo por aquí está mal: la semana pasada solo llovió dos veces: la primera estuvo lloviendo tres días, y la segunda cuatro.

Ya te mandé la chumpa que me pediste, la que te heredó tu tío Pepe, te le cambié el color con un tinte en la sastrería, para que no parezca la misma, pero si no es el mismo color que querías, no me hagas berrinche, dijo tu tío Pepe dijo que si la mandábamos con botones pesaría mucho, y el envío sería muy caro, así que se los quitamos y se los metimos en el bolsillo de adentro.

El otro día tu mamá leyó en el periódico que, según las encuestas, la mayoría de los accidentes ocurren a un kilómetro de casa, así que nos mudamos más lejos. No vas a reconocer la casa; el sitio es bien galán y hasta tenemos lavarropas, aunque no estoy segura de que funcione. Ayer metí la ropa, apreté la palanquita esa al lado del tanque y desde ese momento no la volví a ver … será que de tan blanca queda transparente?

Por fin ya pudimos encontrar a tu abuelo. Lo encontramos en la mudanza: estaba metido en el armario desde aquel día que creyó que estaba ganando jugando al escondite. Goza de salud, pero se enoja con facilidad después de siete meses de encierro y nadie le avisó que el juego había terminado.

Te cuento que el otro día explotó el tambo del gas y tu madre y yo salimos disparados por el aire y caímos fuera de la casa. Qué emoción! Era la primera vez que tu madre y yo salíamos juntos de casa.
Vino el médico y le puso un tubo de cristal en la boca a tu mamá y me dijo que no podía hablar en diez minutos. Por más que le ofrecí dinero, no quiso venderme el tubo.

Nos vino a visitar el candidato a presidente del trabajo y nos regaló un huacal, después vino el que quiere ser presidente con la fuerza de la gente y nos regaló dos, después vino otro y no nos dejó nada … pero se llevó los tres huacales.

Perdona la mala letra y las faltas de ortografía; es que yo me cansé de escribirte y ahora le estoy dictando a mi asistente, que como recordarás es muy bruto … ni siquiera sabemos si terminó bachillerato.

Tu hermana Julia, la que se casó con su marido, dio a luz. Como todavía no sé de qué sexo es, no puedo decirte si te convertiste en tío o tía. Si es niño van a llamarlo como yo, Eustaquio. El, si es varón, a tu hermana, la llamará mamá.

 
Y por último tu hermano Chumbelo también está atacado por epidemia de estupidez, aun mas despistado que siempre: el otro día cerró el carro, dejó las llaves dentro y tuvo que ir caminando tres Km. para allá y tres Km. para acá, a casa , por el duplicado, para poder sacarnos a tu madre y a mi del interior del carro.
 
Tu primo Pedro se casó y pasa toda la noche rezándole a la mujer porque le dijeron que era virgen.

A quien nunca más vimos por aquí es al tío Carlos, el que murió el año pasado.
Ahora el que nos tiene preocupados es tu perro, el Puchi: está empeñado en correr detrás y ladrarle a  los carros que están parqueados ... y eso que el chucho no vota.

Recuerdas a tu amigo Federico? Ya no está en el mundo. Su padre murió hace dos meses y como había pedido ser enterrado en el lago, el pobre Federico murió cavando la fosa en el fondo.

Todo lo que pasa aquí es muy raro ….

Bueno, hijo, no te pongo dirección de la carta porque no la sé … o sea, la sabía pero no me acuerdo.
La gente que vivió aquí antes, se llevó los números para no tener que cambiar de domicilio.
Si ves a doña Renata saludala de mi parte, y si no la ves no le digas nada.

Un abrazo. Feliz Navidad o Hanukkah, lo que te apetezca.

Te quiere tu padre.

P.D. Iba a mandarte 100 dólares, pero ya cerré el sobre.