Querido amo:
Te escribo estas líneas y probablemente te sorprendan, por que como siempre me has subestimado, probablemente nunca pensaste que sería capaz de escribir, y mucho menos de redactarte una carta, pero desgraciadamente ya va siendo el momento de hacerlo.
Te la dejo pegada en la tele, porque de hecho le has prestado más atención al televisor que a mí en los últimos días, y es para preguntarte que te pasa? Específicamente, que pasa conmigo?
Hace días que pasas a mi lado sin darme siquiera una palmadita en la cabeza o acariciarme el lomo, así, como por casualidad, aun y cuando sabes que yo me paso desde la mañana temprano hasta que regresas, esperándote fiel en la puerta, atento a cualquier ruido en la calle, porque se me ocurre que puedes ser tu regresando, es más, ladrando a cualquiera que se atreva a pasar por la acera y cuyo aroma no me sea conocido, para que sepan bien que estoy en casa y no se atrevan a meterse a llevarse tus cosas.
Tanto es lo que cuido lo tuyo y cuando regresas, ni me mirás…
Hace ya más de tres semanas que no me sacás a pasear, eso que yo te acerco mi correa, cuando llegas y te sumerges en ese teléfono con el que gritas horas y horas sin yo entender bien que pasa. El otro día, después de colgar ibas tan enojado que hasta me pateaste y si bien me puse a llorar como desaforado ni siquiera te importó y al grito de “fuera chucho” me refugié en un rincón a la espera de tu mano compasiva que pidiera perdón, pero fue en vano…
Creo que todo se ha desmoronado desde que vive esta señora con nosotros (entiendo que es tu esposa, lo deduzco porque no fui invitado a la boda) y con el nacimiento del niño.
Tú no te das cuenta pero cuido al chiquitín, que ya está empezando a dar sus primeros pasos, si bien me apartan de su lado con golpes y patadas y esta señora te reclama: “Sacá ese perro que está muy cerca del niño!” Yo igual lo cuido, porque entiendo que es tuyo.
El otro día, en el patio, queriendo caminar la criatura, se fue de lado porque no domina bien el arte de las dos piernas y yo, Sabés que hice? Me le tiré abajo del cuerpo para amortiguarle la caída y evitar que se golpeara contra las baldosas… No le pasó nada, a mi me dolieron todos mis huesos chiquitos… pero ustedes ni se enteraron, yo no puedo contar mi hazaña y el crío ni siquiera se dio cuenta…
Ustedes estaban muy ocupados peleando no sé qué contra quien ni porqué, como todas las noches, mientras cenan, y yo, que me alimento de los mendrugos de comida que siempre me has dado, hace más de una semana que no recibo ni un bocado y me tengo que meter a husmear la basura para comer algo.
Por estar con mi hocico metido en el bote de la basura, me encajaste tal patada que casi me rompés las costillas, y aunque fue injusto, me fui gimiendo despacio hasta ese jergón sucio donde duermo, solo, sin cariño y aguantando estos últimos fríos.
Sabe amo lo que más me duele?
Cuando usted se refiere a su condición de vida actual, dice que está viviendo “una vida de perros”
Y lo dice delante mío, sin darse cuenta que me lastima, porque soy muy susceptible.
No me tome esto como reclamo patrón, es más bien un desahogo, ojalá todo cambie y pronto, aunque lo dudo, de todas formas yo seguiré cumpliendo mi función de perro siendo el mejor amigo del hombre, aunque usted, como hombre, está muy lejos de ser el mejor amigo de su perro…
Atte.
Fido
(Que no si sabe que ese nombre que usted me puso, significa fiel, en latín)
Querido amo:
Te escribo estas líneas y probablemente te sorprendan, por que como siempre me has subestimado, probablemente nunca pensaste que sería capaz de escribir, y mucho menos de redactarte una carta, pero desgraciadamente ya va siendo el momento de hacerlo.
El día que los sopes vuelen en retroceso, hagan loops y picadas en tirabuzón, el día que los rellenos sanitarios, sean realmente sanitarios, el día que los niños pepenadores realmente encuentren oro en medio de tanto lodo …
En la puerta de la Iglesia, estaban todos, los amigos, los parientes, algún que otro paracaidista, cada cual compitiendo con el otro al mejor vestido ….