
No me explico por qué me enamoro con tanta facilidad, las mujeres de las que me enamoro suelen ser tan poco atractivas, que no podemos hablar de que sea un “atractivo físico” o “un amor a primera vista”

He perdido mi virginidad cibernética, parece que fue ayer cuando, en un afán de hacer nuevos amigos y descubrir eso de las nuevas tecnologías, solté mi primera frase en una red:

Recapitulo, tenés cinco chats privados o dizque privados, porque no hay nada en WhatsApp que no se sepa, divulgue y cualquier joven en edades masturbaticias te hackee a diario ….para después extorsionarte o hacerlo público.
A usted probablemente, a diferencia del resto de la humanidad, le importan un rábano los Juegos Olímpicos de Río, el pebetero de espejos y quien chingxxxx es Vanderlei de Lima.
Usted se ha puesto a pensar qué pasaría si fuéramos los hombres los que nos quedáramos embarazados?
Era un grupo pequeño, los mismos de siempre, eternos afectados por el parangón obsesivo compulsivo de tener poder, acaparar poder … dinero, riquezas, mujeres …

Mi nombre es Felicia, quiero que me conozcan, soy una mujer normal, nunca me he puesto el buzo amarillo de líder, no salgo del pelotón que sigue a las que encabezan la carrera, pero tampoco llego de última …

Los centros de votación, “aperturan” (bestialidad gramática) tarde, como en todas las elecciones … pero un poco más que siempre, los votantes tempraneros, que suelen ser los de mayor edad (la “maestrez” nos levanta cada vez más temprano) putean en varias lenguas … conocidas y desconocidas.

Estos son los momentos en que los salvadoreños deberíamos serenarnos, apelar al sentido del humor y tomarnos la situación del país más relajados, sin desesperación, sin Los Chorros desesperantes, ni los tres carriles que nadie entiende, mientras los policías de tránsito y gestores se afanan dándole duro a los pulgares mientras WhatsAppean y se aplican un sonoro soplido de viento en los Del Granjero, mientras el tráfico está dado vueltas, puesto al revés.
La sociedad, la nuestra, está enferma, no de muerte, pero enferma; la mayoría de las personas jóvenes y no tan jóvenes con las que he hablado últimamente parecen haber renunciado a la vida.