No esquives tu hombría de mi ser
átame despacio a tu silueta,
apriétame con el calor de tus manos como brasas prendidas
Hace cincuenta y siete años, exactamente, hoy mismo, pero en 1961, cuando el planeta era más ingenuo y más vivible, bah… habitable, una de las razones por las que mayor número de fricciones se daban entre soviéticos y gringos era la llegada del primer hombre al espacio, quien ganaba esa carrera?
Y entraste por residuo, por poquito y muy exiguo, después de un proceso poco confiable pero continuo, no te vayas a volver melifluo, que se te hinchan los oblicuos, mirá que nada es perpetuo … solo sos un diputado.
Creo que todo empieza con la celebración de nuestro último aniversario, estábamos en un restaurante y de pronto, de la nada, vi una reacción rara en tu cara, una mirada que no me pertenecía. Ingenuo como suelo ser, seguí la línea de tus ojos y justo entraba un fulano al lugar, quien no sé quién es … ni conozco … pregunto inocentemente …
Paso al último de mis relatos olímpicos, y cierro mucho las fauces hasta Tokio 2020, y lo hago con uno de los relatos más impresionantes y no resueltos de la historia de los Juegos Olímpicos.