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A veces me pongo a pensar mujer, que en mi vida tú no fuiste más que un Zeppelín.

 

Digo, por las circunstancias, pasadas y actuales, un zeppelín, de los que antes pasaban por sobre las ciudades y toda la gente salía a mirar, y que si hoy pasaran, también todos saldríamos a ver ... un zeppelín ... raros, escasos, pocos, infortunados o llenos de fortuna, no se ...

 

 

Fuiste un Zeppelín que yo salí a ver, a contemplar, y que estaba alto, alto, muy alto, inalcanzable ... distante, ajeno, hermoso y radiante ...

 

Y yo te veía, te miraba, te admiraba, y como todo bohemio ingenuo, te tiraba piedras para ver si conseguía darte en algún flanco y que bajaras hasta mi ... pero era inútil, porque las pedradas no te alcanzaban ...

 

Sin embargo todo zeppelín, por más zeppelín que sea, necesita reabastecerse, rellenarse de algo y por ahí paraste, y necesitaste de mí, no sé bien para qué, pero te hice falta, te fui necesario para algo y brevemente descendiste, a mis brazos, a mi cuerpo y no pude evitar que recalaras en mi corazón...

  Tocaste pista, mi pista, breve, sutil, fugaz, efímeramente

  Pero tenías que seguir viaje, específicamente hacia algún yo no sé qué, que queda yo no sé dónde, ni tu misma aun sabes dónde, pero sabes que tienes que seguir, y seguir y levantar vuelo y alejarte de nosotros mortales, que somos capaces de tirarte pedradas y en una de esas hasta lastimarte, pero incapaces de alcanzarte ...

 

Y te fuiste ...

  Y yo, aquí desde la tierra, donde tengo bien puestos mis pies, sigo esperando, que algún día, por el mismo punto del horizonte por el cual decidiste marcharte ... vuelvas a aparecer ... grande, diminutamente grande, esplendorosa, humilde y mansamente esplendorosa ...

 

Mi imposible con alas...

 

Mi zeppelín ...

 

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